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Sembrado Vientos

Cambio de lugar para TécnicasNemo

Desde el año 2008 que comencé con este blog, muchos han sido los cambios que ha sufrido y desgraciadamente pocas las actualizaciones que he podido realizar. Pero pese a los cambios y la poca asiduidad de mis posts, vosotr@s habéis sido fieles a una temática: técnicasnemo aplicadas a la leyes.  

Mi creación mimada, mis aportaciones al estudio de legislación indigerible, han sido seguidas y muy solicitadas, por tal motivo, he decidido darles a estas técnicas el reconocimiento que se merecen y que tod@s vosotr@s les estáis dando, he creado un espacio dedicado a ellas: 

www.tecnicasnemo.com

 

Si te han gustado, servido y/o/u interesado, visita el enlace.

Mundo de juegos

Los maestros de la sospecha principalmente son: Marx, Freud y Nietzsche. Marx sospechaba del sistema capitalista, Freud de que no éramos dueñ@s de nosotr@s mism@s y Nietzsche de la creencia en un dios. Si unimos todas estas sospechas ¿qué nos sale? La actualidad. 

Y es que actualmente muchas personas dudamos firmemente del sistema capitalista, porque nos hemos dado cuenta que no nos permite ser dueñ@s de nosotr@s mism@s y no hay Dios que nos ayude con esto. Vivimos en un contexto social dominado por el compás de los mercados, manejados estos por cuatro multinacionales que ostentan más poder que 175 estados. Nos han vendido que nuestras necesidades se consumen con el consumo e ingenu@s hasta llegar a lo pusilánime, hemos comprado la idea hasta que nuestros ideales se han consumido. 

Somos marionetas sin pensamiento (nuestros ideales se difuminan con la obligación de trabajar para obtener dinero) ni alma (hemos perdido la creencia en que otro mundo es posible) y juegan con nosotr@s a juegos muy diferentes... 

A nosotr@s nos exigen cumplir con las reglas del Monopoli. Lanzar los dados para adquirir un trabajo, es decir dinero. Con ese dinero poder alquilar o comprar casas, alojarnos en hoteles, pagar aranceles e impuestos y como no, ir a la cárcel si incumplimos la ley. Pero estas reglas nada tienen que ver con el juego que manejan los dueños del mundo. Y digo “dueños” en masculino, nunca genérico, porque son los varones los que siguen dominando el mundo… 

En el juego de los mandamases del mundo, no hace falta adquirir dinero pues tienen el suficiente poder como para no tener que ensuciarse las manos con monedas llenas de hollín o billetes apelmazados. Su juego no se reduce a una sola ciudad, es el mundo entero. Su tablero no tiene casillas, por tanto cada lanzamiento de sus dados no es un simple paso sino un gran movimiento y además al no tener casillas, no existe la “cárcel”.

Su juego, es muy distinto al nuestro. Su juego es dominar, conquistar, repartirse el mundo. Porque mientras nosotr@s debemos jugar al Monopoli, ellos juegan con nosotr@s al Risk. Y lo peor de todo, es que esto no es una sospecha...es una clarisima evidencia...

Gandhi dijo: Todo lo que hagas en la vida será insignificante, pero es importante que lo hagas

Esta frase aparece en la película “Remember me” protagonizada por Robert Pattison (ya saben, el hijo de la Patti).

Todas las personas vivimos la vida bajo el empujo de la cotidianeidad. Enfrascadas en nuestro quehacer diario, en nuestros trabajos, nuestras obligaciones y nuestras responsabilidades. Nuestra vida va pasando recubierta de una rutina que justificamos como lo procedente para subsistir. Es demagogia decir que no necesitamos dinero para subsistir en un mundo tan capitalista. Y con esta justificación, nuestras necesidades básicas y hasta de autorrealización, se convierten en eslabones de una cadena condicionada por un mundo dirigido por el dinero.

Debemos trabajar para vivir cierto, pero no vivir para trabajar. Cuando nuestros trabajos nos usurpan la mayor parte de nuestro tiempo. Los días de nuestra vida van pasando como si nada. Cada nuevo día parece ser como el anterior y todo hace presagiar que el de mañana será igual. Pero ¿y si no es así?

Creo que siempre debe llegar un momento. El momento en el que nos sentemos ante nosotros/as mismos/as para evaluar nuestra vida. Si la vemos recubierta de tantas rutinas que acabamos por preguntarnos dónde queda nuestra felicidad, debemos darnos cuenta que algo falla...

Siempre debemos ser conscientes de una simple pero apabullante verdad: Nosotr@s mism@s somos dueñ@s de nuestras vidas. Y si no lo sentimos así…no cabe duda, algo falla...

Momentos del día...

Una noche soñé que el mundo se daba la vuelta. El sur era el norte y el norte era el sur. Pero, todo seguía igual.

Una tarde creí que las mujeres de mi generación no dudarían en afirmar que tenemos el derecho como personas a las mismas oportunidades que los varones. Pero algunas universitarias siguen pensando que el cuidado de la casa es una función inherente a la piel de una mujer.

Un día pensé que los ricos podrían acabar como pobres y que los pobres podrían ser ricos. Pero de que serviría cambiar las manos que manejan el dinero....

Una mañana amanecí oyendo el trinar de los pájaros cantar. Me dije ¡que maravilla escucharles!. Pero al levantar la persiana, los pájaros que trinaban estaban enjaulados en el balcón de enfrente.

Pase el crepúsculo en la playa y me dije ¡que afortunada soy de vivir en una ciudad con mar!. Pero cuando me fije en el horizonte vi dos pateras.

Y ya en pleno anochecer paseando entre las zonas verdes de la ciudad, contemplé como se divertían varios jóvenes jugando en los columpios. Pero al pasar cerca de ellos, todos exhalaban humo y estaban rodeados de bolsas con botellas....

Entonces comprendí algunas cosas…

Que el mundo aunque cambie como nunca, seguirá como siempre: al revés.

Que la mujer se olvida que los roles son impuestos y no inherentes.

Que cambiar la riqueza de manos, no acaba con la pobreza.

Que un pájaro enjaulado canta, porque sabe que el que vuela puede acabar en la cazuela.

Que no se puede poner puertas al mar, pero si fronteras.

Y que los parques sirven para jugar de día y jugársela de noche…

Remember me

Remember me

Una pelicula que aparentemente parece la típica historia de amor, entre dos jóvenes con problemas familiares, que al enamorarse, su vida da un giro hacia la felicidad. En cierta medida ese es el argumento. Lo que nos hace pensar que será una moñada. Pero desde la primera escena con un atraco en una parada de metro, ya augura que de peli moña no tiene mucho.

Dos vidas con un pasado depredador y un presente familiar convulso que se cruzan por una simple apuesta de un amigo. Tanto él como ella, tienen sus vidas construídas  según la temible espada de Dámocles. Naufragando en sus circunstancias sin aprovechar cada momento, hasta que se conocen.

Un reparto excelente. Magistral Pierce Brosnan que demuestra ser un actor en plena forma y capaz de múltiples registros. También buena es la actuación de Emilie de Ravin (actriz para los/as fanáticos de la serie LOST que interpreta a Claire la hermana de Jack) y Robert Pattinson (el hijo de la Patti) que ha sabido salir, aunque timidamente eso sí, del encasillamiento al que estaba reducido con la saga Crepúsculo.

En definitiva, les recomiendo ver esta pelicula. Porque les aseguro que el final les dejara por unos segundos boquiabiertos/as. Reflexionando sobre nuestra propia existencia...

La niña con alergia a saber la hora

La niña con alergia a saber la hora

Cuenta una leyenda, que un mal día sin saber cómo ni por qué, una niña contrajo una extraña alergia: alergia a saber la hora.

 

Todo comenzó cuando un reloj de pulsera le produjo una urticaria. El médico dijo que la niña era alérgica al níquel. Le regalaron un reloj de oro, pero pronto le produjo eczemas. Se lo cambiaron por uno de plata, le salieron rojeces. Después por uno de plástico, le produjó el mismo efecto. Así que decidió no llevar reloj de pulsera.

 

Unos días más tarde, mientras jugaba tranquila en las calles de su ciudad, empezó a tener síntomas más graves.

 

Si alguien le preguntaba o le decía la hora sentía unos fuertes pinchazos en la cabeza. Tenía que taparse los oídos cuando le mentaban la hora y quedó prohibido en su familia nombrar la hora que era.  Si veía un reloj le entraban arcadas y cualquier tic tac le hacía chirriar los dientes. Así que dejo de jugar en la calle y su familia cambió sus radio-despertadores por relojes para invidentes. El caso llegó a ser tan grave, que tuvo que dejar de ir al colegio, porque cuando sonaba el pitido que marcaba el horario, le sangraba la nariz.

 

La pobre niña, sin saber cómo ni por qué, tuvo que refugiarse en casa. 

 

Acudió a vari@s médic@s. Soportando naúseas en las salas de espera cuando l@s enfermer@s salían una y otra vez nombrando la hora de quiénes debían entrar. Le hicieron diversas pruebas durante meses. Su familia trataba de decir que algo tenía que ver con el tiempo, pero ¿cómo explicarlo? y ¿cómo comprenderlo?

 

Las pruebas no detectaron nada extraño y la familia de la niña no tuvo más remedio que adaptar su forma de vivir a la extraña alergia de la niña.

 

Quitaron todos los relojes de la casa e instauraron unas normas para las visitas. Nadie podía llevar reloj de pulsera ni móvil ni decir la hora que era. Tuvieron que darse de baja del teléfono fijo, porque aparecía la hora. No podían ver la televisión, porque toda la programación funciona siguiendo una hora. Ni escuchar la radio, porque l@s locutores/as rellenan sus espacios radiofónicos mentando constantemente la hora. Ni ver películas en el video o el DVD, porque ambos aparatos muestran cuánto tiempo lleva viéndose la película y cuánto falta para acabarla. Ni tampoco usar el ordenador, porque la hora aparece en los correos, en el chat, en los blogs, etc.

 

Así que la familia decidió trasladarse a la tranquilidad de un pequeño pueblo. Pero cuando estaban acomodados, las campanadas de la iglesia replicaron las horas y para la niña, fueron tal zumbido estridente, que acabó por desmayarse. Entonces, para alejar a la niña del sonido de las campanas y sirenas. Para aislarla de cualquier contacto con algo o alguien que pudiera anunciarle la hora se mudaron a una caseta entre montes y barrancos.

 

Y allí, a pesar del aislamiento al que por salud se vió recluida la niña y contrario a lo que se podría creer, su vida transcurrió de forma inusitadamente placentera. Logró sobrevivir sin conocer la hora en la que vivía. Todas sus actividades se basaban en sus apetencias. Cuando tenía hambre comía, cuando tenía sueño dormía y sus días los pasaba leyendo. Poco a poco alcanzó la edad adulta.

 

Pero una noche de otoño, cuando se balanceaba en una hamaca frente a su caseta, una figura apareció entre la espesura del bosque. Se acercaba sigilosa y levitando.

 

La niña-adulta no sabía muy bien que era, hasta que la luz de la luna ilumino su silueta. Entonces la niña ya bien adulta comenzó a temblar. Pues bien, sabia quién se acercaba.

 

Cuando la muerte sin rostro se aproximó, la niña adulta terriblemente asustada, entre sollozos y balbuceos, sólo pronunció una pregunta: -¿es ya, la hora de mi muerte?-  

 

Acto seguido, sin saber cómo ni por qué, la niña adulta cayó desplomada.

 

La muerte se quedó estupefacta. En su presencia jamás había visto morir a nadie sin usar su guadaña. No entendía lo ocurrido y rodeando el cuerpo inerte, se preguntaba -¿por qué ha fallecido si no le buscaba a ella?-. Mientras estaba en su ensimismamiento, recordó para qué había venido y sacó inmediatamente de entre sus ropajes el único reloj que muestra nuestra existencia exacta. Se dió cuenta, que la hora de quien había venido a buscar, había pasado...

 

Cuenta la leyenda, que la muerte inesperada de la niña se debió a un infarto por su alergia al preocuparse de sí era o no la hora de su muerte. Pero lo más importante es que su fallecimiento causó tal sorpresa a la dama de la guadaña, que ella dueña y sabedora de nuestra hora exacta, fue por primera y única vez, impuntual. 

En ocasiones...entiendo a l@s sociólog@s

Me declaro una aprendiza de socióloga y no por humildad sino por una verdad apabullante. Respecto a esta disciplina (y otras) soy pueril en mi conocimiento. Tengo una profunda amnesia de lo aprendido en los años universitarios, por razones que no recuerdo... Y cada vez que descubro más conocimientos, mi horizonte del desconocimiento se amplia.

Pero al igual que una niña de edad temprana que no concibe el miedo al ridículo, me envalentono ha expresarse sobre esta ciencia.

Como reza el título "en ocasiones, entiendo a l@s sociólog@s". Digo en ocasiones por no decir en una o en dos, porque algunas eminencias sociológicas se explican con tan poca sencillez, que más bien parece que hablen de física cuántica.

Es sumamente difícil entender sus investigaciones. Entre números, porcentajes, índices, variables, gráficos y demás entresijos de la disciplina, solo al final en el apartado de las conclusiones, como quien mira un dibujo de 3D, comprendes que te ha querido decir durante las doscientas páginas anteriores.

Y digo yo, si la sociología es una ciencia social que estudia las sociedades, ¿no debería hacer honor a su esencia de ciencia y expresarse con la mayor facilidad posible para ser comprendida por el mayor número de personas?.

Creo que es una buena manera de defender nuestra profesión. De mantener su prestigio y de favorecer el reconocimiento a nuestra disciplina. Pues si seguimos explicando las cosas de forma tan farragosa, con tanto argot sociológico, parecerá que queramos hacer un corporativismo implícito para mantener una profesión endógena. Donde solo quienes conozcan la disciplina pueden descifrar nuestras investigaciones.

Y si nuestras razones son la ocultación del mensaje para proligarnos como científic@s, no es ninguna novedad, ya que este estilo es usado por el binomio personal médico y farmacéutico. Binomio en el que la caligrafía de los primeros, solo es entendible por los segundos. Aunque actualmente la verdad es que tienen complicado mantener ese binomio secreto, ya que las nuevas tecnologías les obligan a escribir por ordenador. Otra cosa es que no se den por vencid@s y para mantener su secretismo profesional y diferenciarse del resto, empiecen a escribir con símbolos raros…#@€|¬ Que todo puede ser, oiga.

En fin, para que la sociología no padezca de ese secretismo con símbolos raros e ininteligibles, incluso "en ocasiones", para quienes nos dedicamos a esta disciplina, para quienes sienten curiosidad en conocerla o para quienes por equivocación clican en un estudio con formato pdf, por favor señores/as sociólog@s, vamos ha explicarnos un poquito mejor, a ver como nos va...

 

Un libro que no dejará indiferente. Cortito y ameno de leer, con una metáfora de la vida más que recurrente.

La frase final del libro que el escritor señala, extraída de la obra por antonomasia más espectacular de la historia de la humanidad en lo que a fantasía se refiere “El señor de los anillos” de J.R.R. Tolkien, debería ser el leitmotiv de nuestras vidas. Recordándonos a cada instante la importancia de que somos sujetos actores.

Sujetos que aunque sujetos a algunas ataduras, válgame la redundancia, podemos cambiar el contexto que nos rodea. Porque como señala Trias en su libro, como indicó el mismo Tolkien en su magnifica obra ya en años 50 del siglo XX en voz del personaje Gandalf “Sólo tú puedes decidir qué hacer con el tiempo que se te ha dado”. Así que, ACCIÓN. 

El arte de amargarse la vida de Paul Watzlawick

El arte de amargarse la vida de Paul Watzlawick

Paul Watzlawick fue uno de los principales impulsores del constructivismo, de terapia familiar y de la tan utilizada terapia sistémica. Filósofo, filólogo y psicólogo, y añadiría publicista ya que su elección en los títulos de sus obras los escoge con un estilo de marketing publicitario que consigue provocar la suficiente curiosidad como para que extendamos nuestro brazo en cualquier biblioteca y ojeemos la contraportada de sus libros. Títulos como eslóganes “El sinsentido del sentido o el sentido del sinsentido”, “¿Es real la realidad?”, “Lo malo de lo bueno” que auguran un contenido que no defrauda al adentrarnos en su lectura, narrados con la versatilidad pendular que caracteriza a Watzalwick desde las más altivas teorías a la elocuencia de la cercanía. Resultando sencilla su lectura y la comprensión de sus argumentos así como identificarlos entre nuestra cotidianeidad tanto en nuestro plano personal como profesional.

La mayoría de sus obras no superan las trescientas páginas con cuyo número le basta al autor para esparcir un cúmulo de aforismos que hacen brotar lecciones acerca de la comunicación humana. Aforismos que envuelven reflexiones, reflexiones que perfilan ideas, ideas que dibujan hipótesis, hipótesis que plasman teorías y teorías que explican parte de la realidad social. Como muñecas Matrioskhas vamos encontrando piezas que van encajando en un puzzle explicativo, ilustrando dimensiones de la comunicación humana. Pero siempre teniendo presente como él mismo expone: “mis explicaciones no han de ser consideradas como exhaustivas y completas, sino únicamente como iniciación o guía” (página 19).

Paul Watzlawick recoge de la pluma de Friedrich Nietzche esta cita de Feodor MIjailovich Dostoievski calificado por Nietzche como el más grande de los psicólogos y cuyas palabras son buen prefacio del contenido del libro.  Una pequeña obra con tan sólo ciento cuarenta páginas que pueden leerse en una hora y no les dejará indiferentes.

¿Qué puede esperarse de un hombre? Cólmelo usted de todos los bienes de la tierra, sumérjalo en la felicidad hasta el cuello, hasta encima de la cabeza, de forma que a la superficie de su dicha, como el nivel del agua, suban las burbujas, déle unos ingresos que no tenga más que dormir, ingerir pasteles y mirar por la permanencia de la especie humana; a pesar de todo, este mismo hombre de puro desagradecido, por simple descaro, le jugará a usted en el acto una mala pasada. A lo mejor comprometerá a los mismos pasteles y llegará a desear que le sobrevenga el mal más disparatado, sólo para poner a esta situación totalmente razonable su propio elemento fantástico de mal agüero. Justamente, sus ideas fantásticas, su estupidez trivial, es lo que querrá conservar. “(Introducción página 11)

La búsqueda de la felicidad, axioma por el que lucha incansablemente el ser humano, es un camino lleno de obstáculos, y algunos de estos, quizá demasiados, sin tener por qué estar presentes, somos las personas quienes los inventamos y los colocamos en nuestro propio trayecto. Y es que parece que necesitemos el infortunio para ser felices. Una paradoja que puede verse reflejada en muchas culturas, tradiciones populares y en nuestra propia existencia vital. Las películas más taquilleras son aquellas que juegan entre una pequeña parcela de buena suerte y suculentas catástrofes, desgracias, crímenes o delirios. Muchas obras de la literatura universal se apoyan en esa vertiente catastrofista, como ejemplo podemos decir tres grandes obras clásicas. El sagrado libro de la Biblia en esencia narra el sufrimiento de un hombre; el Quijote describe las desventuras y delirios de un pobre loco; y las obras de Shakespeare como “Romeo y Julieta” un amor imposible con el nefasto final de la muerte de los amantes.

El libro no hace mención a quienes llevan una vida desgraciada sino a quienes se esfuerzan por amargarse la vida, como cita el autor “amargarse la vida a propósito es un arte que se aprende, no basta tener alguna experiencia personal con un par de contratiempos” (página 17). Comienza su recetario con la frase expresado por Polonio en la obra Hamlet (otro ejemplo de las anteriores obras) –sé fiel a ti mismo-. Una convicción que aplican las personas que se sitúan en el estadio más sublime para amargarse la vida hasta límites insospechados. Aquellas personas que por su afán de ser fiel a si mismas, piensan que su verdad es la verdad con mayúsculas y no seguir sus opiniones, atender a ajenas consideraciones, es traicionarse a si mismas. Llegando a ser espíritus tan contradictorios que se esfuerzan por ponerse en contra de algo que objetivamente les beneficia, tan sólo por ser fieles a si mismas.

Con sarcasmo e ironía nos relata historietas para ejemplarizar el arte de algunas personas por amargarse la vida, como el hombre que espantaba elefantes, el fragmento de si me amases de verás comerías ajo de buen grado o si alguien me quiere no está en su cabal juicio. Para abrirles el apetito lector, si todavía no lo he conseguido, transcribo la historia del martillo, máximo exponente del arte de amargarse la vida y muy usada en el humor surrealista.

Un hombre quiere colgar un cuadro. El clavo ya lo tiene, pero le falta el martillo. El vecino tiene uno, Así, pues, nuestro hombre decide pedir al vecino que le preste el martillo. Pero le asalta una duda: ¿Qué? ¿Y si no quiere prestármelo? Ahora recuerdo que ayer me saludó algo distraído. Quizás tenía prisa. Pero quizás la prisa no era más que un pretexto, y el hombre abriga algo contra mí. ¿Qué puede ser? Yo no le he hecho nada; algo se le habrá metido en la cabeza. Si alguien me pidiese prestada alguna herramienta, yo se la dejaría enseguida. ¿Por qué no ha de hacerlo él también? ¿Cómo puede uno negarse a hacer un favor tan sencillo a otro? Tipos como éste le amargan a uno la vida. Sólo porque tiene un martillo. Esto ya es el colmo. Así nuestro hombre sale precipitado a casa del vecino, toca el timbre, se abre la puerta y, antes de que el vecino tenga tiempo de decir –buenos días-, nuestro hombre le grita furioso: -¡Quédese usted con su martillo, so penco!- “(Pág. 43)

Anímense y descubran el universo Watzlawick, no se amarguen la lectura con novelas bélicas o sobre desgracias, ríanse de todas ellas y disfruten de lo bello que es vivir o de qué bella que es la vida. (Dos películas basadas, vaya que novedad en más desgracias, pero son tan bonitas ¿verdad?…)

La sociología no es ausencia de ciencia

Afirmar que la sociología es una ciencia social parecerá una perogrullada, pero hasta en la actualidad hay quienes siguen debatiendo, y hasta negando, que la sociología sea una ciencia. Podría explayarme en un alegato defensor sumamente profundo entre la dualidad de las ciencias naturales y las sociales. Pero expertas, aunque largas y cansinas, son las referencias documentales. Así que mi humilde contribución como aprendiza de socióloga, será explicarme con una metáfora.

La defensa de la sociología como ciencia podría asemejarse a la defensa del color blanco. Como si el color blanco tuviera que defenderse eternamente de quienes le señalan diciendo “tú no eres un color, eres la ausencia de color”.

Entremos en este debate cromático. Decir que el color blanco es la ausencia de color, es negarle al propio color su condición de ser color. Y es más, si se la negamos, tenemos que negársela también al color negro, porque son todos los colores combinados y el naranja o amarillo porque son la combinación de dos colores. O sea, no aceptamos el blanco como color pues fuera las percepciones de poblaciones esquimales que distinguen varias tonalidades. Tampoco aceptamos el resto de colores, fuera el arco iris y fuera los estuches de plastic-decord, Quedémonos solo con los únicos e inequívocos colores, los primarios. Por tanto la frase de “para gustos están los colores” se nos quedaría reducidos a tres, a los primarios. ¿Qué triste, no?

La pregunta clave para una resolución a este debate es formularnos ¿qué entendemos por color? Si ante esta pregunta se cumplen dos aspectos fundamentales, como son la aceptación de LA DEFINICIÓN de color y que el color blanco cumpla con dicha, podremos afirmar que el blanco es un color.

 “LA DEFINICIÓN” puede comprobarse en el diccionario de la Real Academia Española (RAE) donde principalmente varones llegan a un consenso para definir lo que es un objeto y el resto de personas debemos aceptar, sin referéndum popular, que esa es LA DEFINICIÓN. La RAE define como color: “sensación producida por los rayos luminosos que impresionan los órganos visuales y que depende de la longitud de onda

Aceptada LA DEFINICIÓN ¿El blanco es una sensación producida por los rayos luminosos que impresionan a nuestros ojos? Efectivamente, pues entonces no podemos negarle al “blanco” su condición de ser color: el blanco es un color.

Llevemos esta metáfora tan banal a la eterna distinción entre ciencias naturales (matemáticas, física, ingenierías) y ciencias sociales (sociología, psicología, economía). Las primeras se auto asignan como los colores primarios y dejan a las segundas o bien como “otros colores” o incluso llegan a poner en tela de juicio su condición de color. Esta primacía recalcitrante, instaura a las primeras como las portadoras de lo científico y deja a las segundas como “las ciencias dudosas”.

Ahora apliquemos lo mismo que hemos desarrollado para el color blanco. Si desde ambas facciones disciplinares, ciencias naturales y ciencias sociales, consideramos y coincidimos en LA DEFINICIÓN de ciencia como “una ciencia es ciencia en tanto que posee un método científico”. Y la sociología se basa y fundamenta en técnicas de investigación que comprueban o refutan hipótesis a través de un método inequívocamente científico. No cabe duda que la sociología es un color, digo perdón, una ciencia.

Y a quienes les parezca una patochada todo lo expuesto y sigan afirmando que la sociología es la ausencia de ciencia, les seré más directa.

Las ciencias naturales con su inanimado objeto de estudio en el que suelen controlar las variables, dudan de nuestro método científico porque el objeto de nuestras investigaciones es heterogéneo y cambiante como son las personas, los grupos o las sociedades. Y piensan ¿cómo puede establecerse un método científico para estudiar un objeto-sujeto capaz de modificar sus propias características y sin controlar las variables que le influyen?

Pues esta gran complejidad, esencia y riqueza de las ciencias sociales, siempre puede resolverse mediante un método científico. Y hete aquí el quid de la cuestión. Las ciencias sociales son capaces de explicar científicamente un dinámico arco iris social, pero las ciencias naturales son incapaces de comprenderlo porque solo perciben tres colores….

La vida mortal de una vampira

La vida mortal de una vampira

Nací en 1771 en España y me convirtieron en vampira en 1811 cuando yo tenía cuarenta años. He visto instaurarse la dinastía de los Borbónes en España desde Carlos III hasta el actual rey Juan Carlos I. He vivido todas las constituciones habidas en España desde las cortes de Cádiz 1812 hasta la presente de 1978. Y he presenciado muchas guerras, demasiadas, tantas como para saber que nunca hay vencedores o vencidos, sólo gana la muerte y la destrucción.

Me case con apenas quince años con un sastre veinte años mayor que yo. Tuve mucha suerte era un hombre honesto, respetuoso, educado y culto. Procedía de familia noble que a partir de la promulgación en 1763 del decreto de Carlos III que permitía trabajar a la nobleza, comenzó a trabajar como sastre. Se desentendió de la herencia noble tras las disputas con sus hermanos, quedándose él como único regente de la sastrería. Como yo debía ayudar a mis padres agricultores a conseguir reales para pagar el diezmo, mi marido cuando sus dos aprendices se marchaban me enseñaba el oficio y me deba algunos reales. También me enseño a contar, a leer y escribir con manuscritos que conseguía por el trueque. Le estaré eternamente agradecida por todo cuanto me enseño y viniendo de una vampira la frase toma mayor trascendencia.

Recuerdo como mi madre cada noche antes de dormir mientras acunaba a mi hermana menor me pedía que le leyera algún fragmento. Y allí junto al hueco hecho hecho de piedras para prender los sarmientos, les leía los manuscritos escondidos cual tesoro entre mis ropas. Mi padre siempre protestaba, diciendo que la lectura no daba de comer sólo servía para crearme pájaros en la cabeza y perder el tiempo. Pero tanto a mi madre como a mi hermana menor les encantaba escucharme y mi padre cuando enfermó de tuberculosis, encorvado junto al mismo fuego, sólo le aliviaba de su enfermedad mis lecturas.

Perdí a mi padre por tuberculosis en 1789 el mismo día que yo cumplía dieciocho años. A mi madre siete años después, creemos que por envenenamiento porque estuvo dos días con calenturas (fiebre para entendernos) y vómitos, pero no puedo asegurarlo. En el asalto de las tropas napoleónicas a España en 1808, cuya revuelta duró seis años, perdí a mi marido, a mi hermana menor, la sastrería fue saqueada y mi casa incendiada. Con treinta siete años había perdido todo, mi familia, mi hogar, el negocio y poco a poco hasta mi salud.

El saqueo de la sastrería fue en colaboración con los dos aprendices de mi marido, no lo descubrí hasta que fui a pedirles ayuda. Uno de ellos llamado afrancesado pero también compinche de los ingleses me ofreció cobijo a cambio de lo único que podía darle, sin reales ni ropajes, maldigo el día que accedí pero... ¿que otra cosa podía hacer? Fue un tirano, un perverso y me trato como una esclava. Así estuve dos años de mi vida mortal como un cadáver viviente. Creo que ahora tengo más vida que la tenía en esos años.

A partir del año 1810 empecé a tener problemas de salud. La higiene a finales del siglo XVIII y principios del XIX estaba impregnada por la creencia de que el agua debilitaba los órganos. Por lo que la limpieza corporal, si se hacía, se basaba en restregarnos trapos ligeramente humedecidos por el cuerpo. Por profundizar someramente en este tema de higiéne, puedo contarles que para limpiar los mercados contrataban a criadores de cerdos para que estos animales, como buenos omnívoros, hicieran desaparecer los restos de las plazas y de las calles principales.

A principios del año 1811 mi estado de salud había empeorado gravemente. Estaba desarrollando la misma enfermedad que mi padre. El aprendiz lejos de apiadarse de mí me echo de su casa. Pedí refugio en la iglesia, pero al vivir con el aprendiz el sacerdote me acusó de cómplice de los afrancesados. Sin cobijo alguno, sin comida y con miedo a ser raptada o algo peor, vagué por la calles de la aldea tapada con una capucha que disimulara mi cuerpo ya esquelético. Hasta que finalmente mis fuerzas me derrumbaron en un callejón cualquiera.

Tuve la suerte de ser encontrada por un médico nómada que casualmente se había alojado en el pueblo. Él fue quién me acogió en su hogar los últimos años de vida mortal. Su ternura y su cariño me recordó los años junto a mi marido. Sé que hubiéramos sido muy felices, pero a pesar de sus intentos durante meses por sanarme, mi enfermedad seguía devorándome. La última noche de vida mortal, estando ya moribunda en el lecho, el médico tras besarme entre sollozos, me susurró lo siguiente al oído:

- Te he fallado como médico, te estás muriendo...Pero aún puedo ofrecerte algo...la vida y la muerte no están tan separadas como crees...-  

P.D. I love you 2008

P.D. I love you 2008

Dirigida por Richard LaGravanese.

Reparto: Hilary Swank, Gerard Butler, Kathy Bates, Lisa Kudrow, Gina Gershon, James Marsters, Harry Connick Jr.

Una película llena contrastes como la vida misma. Desde la ternura del amor y la alegría de compartir los días con el ser amado creyendo que dicha unión será eterna, hasta la súbita acidez de sufrir su muerte con la temible desolación de sentir que el alma ha perdido a quién más ha amado siendo imposible volver a llenar tal vacío. De las risas al llanto y de la alegría al sufrimiento, pero también de la soledad a la compañía y de la muerte a la resurrección.

Unas cartas se convierten en el aliento de seguir adelante mediante un juego que poco a poco desencadena enfrentarse al propio dolor. La lucha de rehacer la vida ante la muerte del ser amado teniendo a la familia y las amistades como apoyos incansables frente a la soledad del sufrimiento. Podemos contemplar la amplitud del amor y también del dolor, acabando con una balanza equilibrada que nos deja una sensación de esperanza. Haciéndonos conscientes de que aunque sea profundo el abismo de la incomprensión ante una muerte siempre su escalada hacia la recuperación es posible.

Al final tras ver el amor que se procesan ambos protagonistas un tímido deseo nos invade, ¿qué fémina no desea un Gerry y qué varón no desea una Holly?

¿Cómo sabes que día naciste?

¿Cómo sabes que día naciste?

Recuerdo en mi infancia, entre otras cosas, una conversación con un amigo de otra cultura no muy lejana a la nuestra que me preguntó: - ¿Cómo sabes que día es tu cumpleaños?-

El chico no celebraba cumpleaños sino primaveras, por eso cuando le respondí que el día de tu cumpleaños es el día en el que naces, su siguiente pregunta fue: -Ya. Pero ¿cómo sabes el día en el que naciste?-

Él había celebrado veinte primaveras, al menos que recordará, y le sorprendía que yo supiera el día exacto en el que había nacido. Con mis once años le respondí con contundente socialización aprendida, y porque no decirlo con un incipiente etnocentrismo: -Porque me lo dijeron mis padres-

Esta conversación conlleva más profundidad de la que a primera vista aparenta. Dejando a un lado las diferencias culturales, efectivamente sólo conocemos el día que hemos nacido a través de la palabra y escritos oficiales que portan nuestros progenitores. Ahora sabemos que legalmente existe la obligatoriedad de inscribir en el registro civil a tod@ bebe que nace y pruebas médicas pueden desvelar el día y estado físico de la criatura desde su nacimiento. Pero hace unos años y no hay que retrotraerse hace muchos, en España las cosas no estaban tan burocratizadas. No todas las personas sabían que era eso del DNI y algunas nunca habían pisado un hospital o visitado un ambulatorio (actualmente haberlas también las hailas). Así que ¿y si nuestros progenitores como era martes y trece o viernes trece o simplemente no les gustaba el dígito, nos asignaron otro día distinto al que realmente nacimos?

Desde entonces emana nuestra confianza hacia nuestra familia, es algo que no podemos asegurar pero jamás lo hemos dudado. Hasta ahora. Si nos han ocultado la fecha exacta de nuestro nacimiento, ¡tendremos que repetir nuestra carta astral! Menuda faena. Y podemos preguntarnos más ¿son nuestros progenitores nuestros verdaderos progenitores?

Si miras a tu familia y empiezas a tener dudas, tranquilízate de momento puedes indagar, siempre y cuando tu mascota no pronuncie tu nombre. Llegado ese día no sé que es peor, si tener que preguntar o que queden resueltas muchas dudas…

Por si acaso yo celebro mi cumpleaños durante todo el mes en el que dicen que nací y estoy pensando celebrarlo también en primavera. A parte de esto, le he pedido muy amablemente a mi hámster que deje de llamar a mi madre, mamá. 

Año 1977 No puedo decir que no esté en desacuerdo con usted

Año 1977 No puedo decir que no esté en desacuerdo con usted

Inicio mis escritos haciendo referencia a mi inicio, al año en el que nací, según mi documento nacional de identidad 1977. Documento-de-identidad y nunca mejor expresado, basta con hacer un repaso a nuestras fotos de carné para contemplar los cambios que nuestra identidad ha vivido y hasta padecido... Es un gran ejemplo para mostrar que todo el mundo, alguna vez, teníamos cara de sembrar vientos.

No sé si les ha pasado a ustedes, pero una de las primeras curiosidades que busque por el oráculo "internete", ventana a la información y desinformación, fue que sucedió el año en que abrí mis ojos en este mundo. Sí, debo confesar que también alguna vez he puesto mi nombre en google, pero otras rarezas las seguiré negando...

Lo que voy a detallar sobre el año 1977 son pequeñas pinceladas de cosillas que sucedían en ese tiempo, pero sin referencias cansinas al contexto social. Más que nada porque en parte quienes hicimos la EGB lo estudiamos en Ciencias Sociales. Sí estudiantes de la ESO, teníamos Ciencias Sociales, Ciencias Naturales ¡y Plástica! quién no hizo una cajita con palos que durante todo el día perdíamos nuestras huellas dáctiles por el pegamento. Ay que tiempos aquellos que no nos hablaban de Conocimiento del medio, me pregunto ¿en medio de qué?... 

No, no hablaré de cuestiones sociales sino de mi contexto más directo, de aquellas cosillas que de algún modo me influenciaron y tal vez reflejen cómo soy, porque cito unas cosas y otras no. Así que saquen sus propias conclusiones.

En el plano musical en 1977 los Sex Pistols editaban “Never mind the bollocks”, Blondie “Plastic letters” y Bob Marley&The Wailers “Exodus”. En España la canción del momento era “Fiesta” de Raphaela Carrá. Y en el cine se estrenaron peliculas como “Star wars”, “Encuentros en la tercera fase”, “Fiebre del sábado noche”, “Raíces”, “El patrullero 777” interpretado por Cantinflas, “El hobbit” (sí ya en este año se inició la puesta en escena de la bibliografía Tolkien)  y “Rocky” ganó un Globo de Oro. Y en España se estrenaron “Ese oscuro objeto de deseo” de Luis Buñuel y “La escopeta nacional” de Luis García Berlanga. Este sería mi contexto musical y cinematográfico, con el cual me identifico en muchos aspectos. Y lo dejo ahí...

Entre los acontecimientos que sucedieron ese año, reduzco mi visión con intención premeditada, a los nacimientos y fallecimientos. Entre los nacimientos cito por ejemplo como cómicos a Ángel Martín, Héctor de Miguel Quequé; cantantes como Shakira, Chris Martin o James Blunt; actores y actrices como Orlando Bloom, Sarah Michelle Gellar, Liv Tyler o Paula Echevarría. Y entre los fallecimientos, con todos mis respetos al resto de personajes idolatrados perdidos ese año, centro mi fragmento en el cuarteto famoso de dos músicos Antonio Machín y Elvis Presley y dos incuestionables referencias del humor Groucho Marx y  Charles Chaplin.

Es aquí donde me detengo. Todo hasta ahora no ha sido más que una introducción para hablarles de un maestro, de alguien a quién descubrí a muy temprana edad. En mi infancia entre la placentera ignorancia y la todavía no aparición del oráculo en mi microcosmos, respecto a los músicos debo decir que Antonio Machín poco me influencio por no decir nada. Por otro lado de Elvis, me gustaba su voz y su música, pero en ese tiempo prefería mis hits del momento: las canciones de “Los payasos de la tele”, que además de entenderlas incorporaban coreografía. Mucho mejor para una niña que imitar los bailes de pelvis que hacia Elvis ¿no creen?

En cuanto a los genios del humor, con las películas de Chaplin me ocurrió lo mismo que con Elvis, no llego a calarme su grandeza lo suficiente en esa época. Cierto me reía muchísimo con sus películas pero después me olvidaba de ellas y no me surgía ningún hormigueo por volver a verlas. Con Groucho, todo fue muy distinto. Como quien dice que los libros nos escogen, yo misma inicie mi curiosidad por conocerle sin oráculo que me alertara. Y aunque en esos años no podía encajar todas las dimensiones de su humor, sus películas se convirtieron en mi primera serie favorita.

El genio apareció en mi vida a través de otra ventana de la televisión. Fue por medio de la serie “Los problemas crecen” donde Kirk Cameron el ahora predicador televisivo (otra de las tontunas que he mirado por el oráculo es navegar para saber qué fue de aquellos personajes televisivos) interpretaba al rebelde Mike. En la habitación de la actriz que encarnaba a su hermana Carol (Tracey Gold) había un póster con Groucho, Harpo y Chico. Desde mi pregunta ¿quiénes son esos? me regalaron mi primera película de los Hermanos Marx “Sopa de ganso” de 1933. Ya ven mi camino del descubrimiento del genio, por un póster en la pared de una habitación de un personaje de una serie de televisión de los años 80. A partir de entonces me convertí en una fan incondicional de este genio y fue todo un shock descubrir que murió en 1977.

Groucho Marx fue sin duda mi mayor influencia. Escritor y actor que fascinaba por su elocuencia y sentido del humor surrealista. Sus estridencias desternillantes ondulaban con maestría por el cromatismo del humor, desde el blanco al negro pasando por el verde y amarillo. Son muchas las frases que nos deja como herencia, extensamente mentadas, que en muchos casos deberíamos decir como él mismo apuntaba  “citadme diciendo que me han citado mal”. Algunas incluso falsas como su epifanía nada real apostillada en su dormitorio eterno en Eden Memorial Park, pues no es verdad que señale "perdonen que no me levanté".

Este genio dijo alguna vez que la televisión había hecho mucho por su cultura, porque la apagaba para leer. Pero supongo que fue fruto de su ironía, pues por medio de dicha tuve entonces el honroso placer de conocerle y otras tantas generaciones podrán descubrirle también a través de una pantalla. Así que genio ¿algo bueno tiene “la caja tonta”, no? Tal vez él me diría  -sí, un botón para apagarla-.

Son tantas las cosas que se podrían escribir sobre este genio del humor, que prefiero resumirlas de la siguiente manera. Como proclamaba su programa de televisión "Apueste su vida" a que tras ver sus películas y leer sus escritos, es imposible que no le surjan con fuerza impetuosa varias carcajadas. Haga la prueba y verá como no puede decir que no está en desacuerdo conmigo.

¿Por qué un blog? ¿Y por qué no?

Inicio mi travesía en este mundo de blogs totalmente desconocido para mí después de un tiempo (ya hablaré de este concepto) pensando si debería o no adentrarme. Hoy por fin me he animado con el simple motivo del ¿y por qué no?. Me ha parecido una razón más que suficiente. La verdad que sencillo sería aplicar este mismo impulso a otras cuestiones de la vida...

Este blog no tiene una temática concreta. Su diversidad depende de como sople el viento ese día y la objetividad, siempre marcada por el egocentrismo de quien teclea, tendrá a los comentarios como voces discordantes. O no...

En definitiva puede decirse que este blog es una mezcla entre pensamientos, sentimientos, reflexiones, opiniones y demás curiosidades de una eterna aprendiza de socióloga.  ¿Qué es sociología? ¿y tú me lo preguntas? Sociología eres tú.

Sean ustedes bienvenid@s a Sembrado Vientos un blog sociológicamente con más de lo mismo, o no...